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Desde el 2009, apostando al desarrollo local
Desde el 2009, apostando al desarrollo local
Nacida en Italia, llegó a la Argentina con su familia con apenas 20 meses de vida. A fines de la década de 1950 se instalaron en General Pacheco, donde luego conoció a su esposo, y junto a él desarrolló una enorme vocación de servicio en el Club de Leones.
Pascuarosa Giannascoli de Camplese junto a sus hijos, Luciana, Danilo y Miriam.
Como miles de personas que tuvieron que dejar su tierra natal, y con apenas 20 meses de vida, Miriam dejó la ciudad de Pescara, en la costa este de Italia, y vino con su mamá y sus hermanos a la Argentina. Luego de un breve paso por la casa de una tía en Béccar, su papá (que había llegado un año antes) y su mamá decidieron comprar un terreno en Garín. "Como era más barato, mi papá compró dos lotes: en uno construyó una casita prefabricada y en el otro plantaron todo tipo de verduras para consumo diario, árboles frutales y hasta instalaron un gallinero. Un poco de todo."
Sin embargo, aquella experiencia la recuerda con muchas dificultades: polvo en verano, barro en invierno, soledad y largas distancias para llegar a cualquier parte, especialmente a la escuela. Luego de cuatro años, decidieron mudarse a General Pacheco. "Una vez mi mamá pasó con el colectivo y vio que estaban loteando en Pacheco. Y vio el asfalto, su sueño (poco sabía ella que tal asfalto era un mejorado provisorio que desaparecería con el pasar de los primeros carros). Y le dice a mi papá "aquí, papito, quisiera yo vivir". Así, compraron un lote en la calle Guayaquil en el año 1953, en donde hicieron su casa con un préstamo del Banco Hipotecario. En esa casa Miriam vivió prácticamente toda su vida.
La Familia Camplese, previo a emigrar a Argentina, dejó esta fotografia de recuerdo en Italia.
En la imagen, Carmelo Camplese, Pascuarosa Giannascoli de Camplese junto a sus
hijos Luciana, Danilo y Miriam
Claro que General Pacheco en aquel momento, aunque más urbanizado que Garín, estaba muy lejos de ser la ciudad que hoy conocemos. A raíz de ello invitamos a Miriam a que nos comente cómo recuerda aquel pueblo de General Pacheco y, si bien alertó que probablemente sus recuerdos no sean del todo exactos, nos pudo hacer una interesante descripción en base a sus vivencias.
"Vos imaginate... caminábamos una cuadra, paralelo a la Boulogne Sur Mer, derecho hacia la ruta 197, pero antes de llegar cruzábamos por un baldío desde donde se veía el almacén de "Agosto", que estaba sobre la ruta 197, cerquita de donde está ahora el Banco Itaú. Al lado había una casita donde "Don Chorlito" oficiaba de peluquero. Después estaba la casa de electricidad de Torres. Había un almacén de ramos generales en la esquina de las rutas 9 y 197, en el medio estaba la comisaría, por supuesto, y al lado funcionaba el Mercado Gral. Pacheco, y al lado la carpintería de Scarponi, donde trabajó mi papá." También recuerda que en la esquina donde ahora está "La Burbuja" era todo un baldío grande, en donde ocasionalmente se instalaba un parque de diversiones. Cerca de él, sobre la ruta había un pequeño hotel "El albor".
De acuerdo con su descripción, en aquellos años de la década de 1960 la ciudad estaba en pleno auge. Los loteos avanzaban y nuevos vecinos se incorporaban a la comunidad. "Me acuerdo que en la esquina al lado del Banco Provincia había una quinta muy grande, y ahí puso la inmobiliaria Di Gaudio. Cuando nosotros llegamos a Pacheco don Di Gaudio estaba instalado en una mesita con sombrilla, parado, vendiendo lotes. Todavía le decía a mi mamá: "señora, compre este lote (donde ahora está la panadería San José) para su hijo". Pero claro, no podíamos, había que medirse. Mi papá era más tranquilo, más temeroso. No quería meterse si no podía. Mi mamá hubiera pedido un crédito, quizá se le hubiese ocurrido algo para concretar la compra", y agrega: "Después fue creciendo tanto todo. En verano mi mamá nos mandaba a dormir la siesta, y me acuerdo de los martillazos cuando ponían los techos en las casas que se estaban construyendo. Claro, todo se hacía en verano. Nosotros jugábamos en los cimientos, como si fueran laberintos... cosas de chicos."
Folleto de Francisco Di Gaudio ofreciendo lotes en el barrio La Estancia.
Gentileza Jorge Manteola.
Uno de los momentos que recuerda con mayor alegría fue la llegada del cine. Sí, Pacheco tuvo un cine que se instaló en el Club Pacheco generando gran expectativa en los vecinos.
Uno de los momentos que recuerda con mayor alegría fue la llegada del cine. Sí, Pacheco tuvo un cine que se instaló en el Club Pacheco generando gran expectativa en los vecinos. "Para mi mamá, cuando supo que venía el cine, eso representó lo máximo. A ella le encantaban las novelas, la aventura, la fantasía. Fue emocionante. Yo tendría 8 o 9 años... Nos llevábamos una almohadita para sentarnos, porque las sillas eran de paja. Tenía una pantalla grande, linda, hasta se escuchaba el rodar de la cámara, mirabas para atrás y veías esos rayos de luz. Vieron la película Cinema Paradiso? Tal cual...Eran cosas que no se habían visto hasta entonces, algo inexistente en Pacheco". Recuerda con nostalgia que cuando estaba en la escuela los llevaban al cine en ocasiones especiales como fiestas patrias, otras veces como premio a algún curso en particular. Muchas de esas películas eran mudas.
Pero más allá del cine, su primer vínculo con la Sociedad de Fomento (Club Pacheco) fue apenas llegó a General Pacheco, ya que en ese lugar funcionaba - de manera provisoria - la única escuela que en aquel momento había en el pueblo: La Escuela N° 20. "Hice mi primer grado superior con la señora de Carrasco, divina; fue mi primera maestra y fue un sueño ir a la escuela." La escuela funcionaba en un gran salón, donde hoy se encuentra el Teatro Pacheco, dividido en cuatro salones usando paneles provisorios. "Me acuerdo que cuando se levantaba la voz en otro salón la señorita decía "ve a decirle a la señorita de al lado que por favor aplaque un poquito a los chicos..." porque se escuchaba, viste?. Y arriba estaba el buffet, y entonces cuando uno tenía unos centavos, iba y decía "deme 20 centavos de maní". Abrías el bolsillo del guardapolvo y te echaban el maní ahí adentro", recuerda. Al poco tiempo, la escuela se mudó donde hoy se encuentra el hospital, a una construcción, también provisoria, hecha con madera. "No podías comparar, no sabíamos si era pobre o linda o qué. Uno iba ahí. Pero para mí ir a la escuela cerca (porque en Garín teníamos que caminar no sé cuánto) fue algo maravilloso."
Luego Miriam continuó sus estudios secundarios en la Escuela Normal de San Fernando, dado que en la zona no había escuela secundaria. Comenta con orgullo que la escuela pública era muy buena en ese momento, lo que ejemplificó diciendo que a esa escuela "venían los hijos del ministro de educación". El viaje lo hacia en colectivo, con la línea 1, conocida como "La Polvorosa" hasta Canal San Fernando, "después íbamos caminando hasta el Normal, para ahorrar un poco. Teníamos una linda silueta en esa época, caminábamos tanto para todos lados que no engordabas nada.!".
Siguiendo con las actividades sociales en General Pacheco, también nos cuenta que un vecino de apellido Llorente organizaba Kermesses muy concurridas, y en los terrenos baldíos - que todavía había muchos - eran frecuentes los bailes en lo que de tanto bailar se levantaba "una polvareda que no te das una idea". Pero el lugar favorito de los más chicos era la estancia. "Nos metíamos por el cerco, recorríamos y llegábamos hasta el castillo, nadie te decía nada. Me acuerdo que cuando no estaba el country, la entrada era sobre "la calle arbolada" (así le decíamos nosotros) la cual terminaba en un gran portón de hierro forjado, siempre abierto, y se entraba a la estancia. recorríamos unas horas y salíamos cerca de la vía, todo por adentro."
También recuerda que iba a la entrada de la estancia con la jarra lechera a buscar la leche, que una persona que trabajaba ahí les daba generosamente "nos ordeñaban la vaca y salíamos con la leche fresquita (aunque más bien calentita y espumosa)". Y agrega "también íbamos a buscar nueces. A mi mamá le encantaba ir a buscar hongos los días de mucha humedad, traia bolsas de hongos." En épocas más recientes, sus hijas también pudieron conocer el monte de la estancia, donde solían ir con su abuela.
La irrupción de los barrios privados, allá por la década de los 90, especialmente el del Casco de la Estancia, cuenta Miriam que no fue bien recibida por los vecinos de Pacheco. "La gente estaba muy en contra de la idea de los countries. Había un señor que se enojó con un amigo muy íntimo, que había comprado un lote allí para edificar. Como que eso no debería ser sólo para algunos pudientes afortunados, sino algo así como un patrimonio cultural al cual todos deberían tener acceso, o el derecho de visitar. Se enojó tremendamente en su momento, no lo visitaba nunca. con los años se le pasó el enojo".
Recién llegados al pueblo, escucharon los bombardeos a Radio Nacional, en el golpe de estado en 1955, hecho que a su madre le recordó automáticamente las escenas de guerra que vivió en Italia
A lo largo de la conversación, Miriam nos contó otras numerosas situaciones de su vida en Pacheco: Desde el temor que sintió con su familia cuando, recién llegados al pueblo, escucharon los bombardeos a Radio Nacional, en el golpe de estado en 1955, hecho que a su madre le recordó automáticamente las escenas de guerra que vivió en Italia; el trabajo de su padre, don Carmelo Camplese, un conocido carpintero de la zona; el momento en que conoció a su marido en una misa en la Iglesia de Pacheco y con solo verlo supo que sería el hombre de su vida. entre otras tantas vivencias.
Pero entre ellas, sin dudas destaca que una de las experiencias más gratificantes de su vida fue la participación, junto con su esposo, en el Club de Leones de General Pacheco, institución de la cual son parte desde el año 1977, un año después de su fundación. "El Leonismo, yo siempre digo, me permitió desarrollar la vocación de servicio. Eso nos permitió devolver un poco todo lo que hemos recibido de Argentina", cuenta Miriam.
Así, nos explica que el Club de Leones trabaja con campañas internacionales, además de las necesidades propias de cada comunidad. Entre ellas, recuerda la campaña "primero la vista" que comenzó en 1995 y duró hasta entrados los años 2000, en que se inauguró el Centro oftalmológico municipal.
La campaña constaba de una capacitación que recibían voluntarios del Club para ir a las escuelas a detectar problemas de vista a los estudiantes. Luego, con un oftalmólogo se realizaba el estudio de fondo de ojos, se daba tratamiento y hasta se compraban los anteojos. "Llegamos a ayudar en la revisación de prácticamente 14 mil chicos, un trabajo muy gratificante", cuenta Miriam. Entre las anécdotas que le dejó esta experiencia, recuerda a un nene que tenía un problema no detectado en la vista y la mamá, que era maestra, dice "ay, yo pensaba que era desprolijo y desatento!".
Realización de la campaña Primero la vista.
Para solventar todos estos trabajos, Miriam nos comenta con orgullo las acciones de recaudación que hace el Club de Leones, en especial "El Tallarín Danzante", una cena que, hasta la pandemia que se desató en Marzo de 2020, se realizaba todos los años. El primero al que asistió, recuerda que se hizo en el Tigre Hotel, y en los últimos años se realizó en el salón polifuncional de la Universidad Tecnológica Nacional. Allí trabajan todos los miembros del club. "Es un trabajo tremendo. Cargar y descargar los camiones, las sillas, preparar la cocina, las ollas inmensas. pero hermoso. El tallarín es muy conocido y reconocido por todos, nos da mucha satisfacción."
"El Leonismo, yo siempre digo, me permitió desarrollar la vocación de servicio. Eso nos permitió devolver un poco todo lo que hemos recibido de Argentina"
Además, Miriam nos contó que tanto ella como su esposo tuvieron "la oportunidad y el honor" de integrar la comisión directiva. "Ruggero fue presidente varios años, luego funcionario y elegido Gobernador del distrito. Yo me desempeñé como secretaria durante varios peróodos y tuve la oportunidad de ser electa presidente, y aunque suene reiterativo, fue un gran honor y una hermosa experiencia", nos comenta y agrega "a veces hemos robado tiempo a la familia y sentíamos un poco de remordimientos, por suerte nuestras hijas han podido compartir muchos momentos junto a nosotros y valoran mucho el tiempo dedicado al servicio y trabajo realizado".
Asimismo, sostiene que "la gente de Pacheco" es muy generosa y permite que las instituciones se mantengan y cumplan con sus objetivos. "Ninguna de esas instituciones podría funcionar sin el apoyo y colaboración de todos. Es un ida y vuelta. Todo a la vista. Nosotros trabajamos con dinero de la comunidad y tenemos que responder por eso. Siempre lo decimos, nuestra presencia no tendría sentido sin el apoyo de la comunidad, de los comerciantes y de las autoridades comunales."
Viaje a solidario Formosa con el Club de Leones.
En este momento una de las tareas más importante es la asignación de becas anuales, que son alrededor de 40. A esos estudiantes se les compra todo lo que necesiten, desde libros hasta ropa. Para Miriam, las becas son muy importantes, y considera que "la raíz de los males es la falta de educación, de conocimiento".
Sobre la actualidad del Club de Leones, no duda en afirmar que lo más importante es el grupo de trabajo. "En este tipo de instituciones si no te llevas bien, si no hay un grupo lindo de gente, es mejor correrse. En mi caso, ser parte de este Club de servicio al igual que mi esposo, fue una de las experiencias más gratificantes para ambos". Asimismo, reconoce que en todos estos años hay cosas que cambiaron, pero "hay un objetivo claro que es ayudar a la comunidad, ver las necesidades", nos cuenta.
Durante la pandemia, el Club de Leones continuó asistiendo a merenderos de la zona.
Si bien a lo largo de la charla conocimos toda una vida en General Pacheco, para Miriam, italiana, casada con Ruggero, también italiano, la identidad no fue un asunto sencillo. "Siempre tuve una lucha de identidad. Con mi hermana nos llamaban para la bandera y sentíamos que traicionábamos a la nuestra. Mi mamá nos hizo querer mucho a Italia. Nos la hizo conocer a través de sus anécdotas y vivencias. Mis padres hablaban mucho en italiano, mi mamá lloró por Italia toda su vida, la nostalgia de su tierra y la familia que nunca volvió a ver la marcaron profundamente, peor que la guerra."
Pero por otro lado, Miriam siempre se sintió agradecida por lo que habían podido construir en este país. Sobre este tema nos comenta que el punto de inflexión, fue cuando viajó a Italia por primera vez, cuando cumplió 25 años de casados con su marido. "Me acuerdo cuando llegué al aeropuerto. sentía hablar italiano, los dialectos... y yo decía "yo soy de acá!". Todo me gustaba, encontrarme con personas con mi mismo apellido (aquí no había otros familiares), me emocionaba. Pero a medida que pasaban los días, escuchaba hablar a la gente y yo me di cuenta que no pensaba como ellos, que era diferente. y, ya en el avión, le dije a mi marido "papi, ya sé cuál es mi identidad: Argentina." Al criarte acá, mamamos toda la cultura de acá, no hay vuelta que darle, y estamos agradecidos a la vida por lo que nos tocó", concluye.
Luego de casi dos horas de recuerdos, emociones y risas, finalizamos la entrevista agradecidos con Miriam por el tiempo que nos brindó, y por haber compartido tan generosamente sus vivencias.
Finalzamos, por último, con una foto que nos compartió, orgullosa y feliz de la familia que pudo construir en el país.
En Familia. Miriam y Ruggero, junto a sus hijas Valeria, Silvana e Irene, yernos Federico y Omar, y nietos Mateo y Valentina.
Muchas gracias Miriam!
Realización: Memoria Pacheco y General Pacheco Web