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Desde el 2009, apostando al desarrollo local
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Entrevistas
Martes 31 de Marzo de 2020
El 11 de Marzo pasado Guillermo Ramos, vecino de General Pacheco, cumplió su sueño de viajar a Malvinas. Cómo nació la necesidad de ir, sus planes, frustraciones y emociones, en una experiencia inolvidable.
Concretar un sueño. Para Guillermo Ramos, vecino de General Pacheco, la idea de viajar a las Islas Malvinas y pisar su suelo, nuestro suelo, era algo que lo acompañó prácticamente toda su vida y pudo concretar el 11 de Marzo pasado. Si bien no combatió en la guerra de 1982, su rol en la escuela de suboficiales del ejército le hizo estar muy cerca del conflicto y compartir vivencias inolvidables con veteranos. En una charla de dos horas y media a través de una videoconferencia (modo atípico obligado por la cuarentena por el coronavirus), en la que frecuentemente afloraban fuertísimas emociones, recorrimos su experiencia, la preparación, sus frustraciones, los sentimientos y las más memorables situaciones que vivió en las islas, acompañado por su esposa.
En 1982 Guillermo tenía 18 años. Había ingresado a la escuela de suboficiales dos meses antes del comienzo de la guerra. Si bien no participó directamente, vio a sus compañeros de segundo año egresar con una tremenda anticipación - 9 meses antes - para ir a las Islas Malvinas. En ese momento recuerda la euforia. 74 días después, al final de la guerra, su unidad fue epicentro de la llegada de los veteranos de guerra, por su cercanía con el hospital de Campo de Mayo.
En el año 1983 egresó y fue a Junín, al Grupo de Artillería Nº101, donde compartió muchos momentos con veteranos de guerra, de quienes escuchó experiencias vividas en combate. En ese momento probablemente haya nacido la necesidad de pisar las Islas Malvinas.
Sin embargo, otro hecho marcó su vida. Fue en el año 1992 en la Guerra de Yugoslavia. En ese entonces participó de la misión de las Naciones Unidas, con un batallón de aproximadamente 1.000 hombres, junto con batallones de distintos países, entre ellos Inglaterra. Por cuestiones operativas, una patrulla del batallón inglés tuvo que permanecer una noche junto a ellos, en la base Argentina, de la Compañía Eco.
"Eran unos 30 británicos los que recibimos, de manera muy amena. Llegó la noche, nos sentamos en una mesa larga en nuestro precario comedor de campaña. Al lado mío había un compañero argentino, veterano de guerra de las Islas Malvinas y justo enfrente a él había un inglés. Estábamos hablando muy bien mientras comíamos o tomábamos una cerveza, y de pronto el inglés apunta con el dedo al pecho del argentino - donde los veteranos llevan las Islas Malvinas dibujadas - y le dice "Hey, you, Falklands Islands". Imaginate que se hizo un silencio tremendo. Mi compañero se levanta y dice, como sobrándolo, "No Falklands Islands; Islas Malvinas". Entonces el inglés, da toda la vuelta a la mesa, y va donde estaba mi compañero. Claro, nos paramos todos, pensábamos que iba a haber alguna pelea o discusión!
Cuando llega el inglés al lado de él, lo mira, y con el dedo se apunta a su pecho, mostrando una flor que tienen los que participaron en la guerra, y le dice "okok, no problem, Falklands Islands", como diciéndole "yo también estuve en la guerra". Lo que pasó después es algo que.. todavía se me pone la piel de gallina. Los dos se abrazaron y a mi eso me puso tremendamente emocionado.
Hacia 10 años estos dos tipos estuvieron enfrentados en combate, matándose, quizás, y en ese momento se dan un abrazo como sellando de alguna manera lo que han sufrido los dos en las islas. Eso me hizo pensar que los ingleses (soldados) no tienen la culpa. Ningún soldado tiene la culpa de enfrentarse con sus enemigos. Hay un dicho de Erich Hartmann que dice "la guerra es el lugar donde los jóvenes, que no se conocen, y no se odian, se matan. Y los viejos que sí se conocen, y sí se odian, no se matan". Los que mandan a matar están cada uno en su escritorio, en sus palacios o gobernación, y no van a ir al combate nunca.
Te cambió la forma de ver
Hasta la escena de Yugoslavia pensaba como piensa cualquiera, "ingleses imperialistas", etc. Y si, está bien, pero cuando vos estás frente a frente con uno que es igual a vos, no pensás lo mismo. Sí seguí pensando que las Islas Malvinas son Argentinas, como sigo pensando hoy, quiero dejarlo claro. Pero las ideas fueron cambiando en cuanto a los hombres, a los individuos. Más cuando ves dos ex enemigos de guerra, abrazándose. Ahí me generó el respeto al soldado británico. No defiendo la postura británica, pero los soldados son personas. Ellos tenían sus órdenes y nosotros teníamos nuestras órdenes.
¿Cuál era el objetivo del viaje?
Mi idea era ir a las islas, pisar nuestra tierra y rendir homenaje a nuestros soldados que dieron la vida y están en el cementerio de Darwin. Austeramente, solo, quizás llorando también. Después lo demás viene anexo. El hecho de haber ido me permitió conocer su geografía, los lugares donde trascendieron los combates, tantísimos monumentos que hay de los caídos británicos, una tremenda fauna de pingüinos y aves que nunca había visto, como vive la gente allá, como se mueven, la educación que tienen.. todo eso es parte del aprendizaje, como quien va a cualquier otro lado.
¿Cuánto tardaste en planificar el viaje?
Siempre hubo un sentimiento de ir. Creer que algún día iba a llegar, más allá de planificar algo. El año pasado, en 2019, se me da la oportunidad de comprar pasajes en un crucero que salía de Buenos Aires, iba al sur y terminaba en Chile haciendo varias escalas, entre ellas, Puerto Argentino. Era mi oportunidad de cumplir el sueño. Salimos de Buenos Aires el 3 de enero y en el camino a Malvinas sabía que íbamos a pasar por la posición en donde se hundió el ARA San Juan. Por eso, había preparado una placa para arrojar al mar en un homenaje muy lindo que hice con la colaboración del capitán del barco y muchísimas personas que sorprendentemente participaron. Sin embargo, la placa no la pude arrojar por normas internacionales, en cambio, el Capitán me ofreció arrojar pétalos de rosas que él mismo me dio. También tenía una placa en homenaje a los caídos en la guerra, que quería dejar en el cementerio de Darwin, y entonces me dije "Cuando llegue a las Islas Malvinas, voy a dejar las dos placas en el cementerio de Darwin".
Cuando estabamos en viaje a Puerto Argentino suena una chicharra y detrás el capitán nos informa que el puerto de Malvinas se suspendía por mal tiempo y que había tomado la decisión de cambiar el rumbo al Cabo de Hornos. Te imaginas la frustración.
Volví a Buenos Aires y ahí dije "en algún momento las voy a llevar, voy a cumplir con ese objetivo". Pasó todo el año y empecé a investigar cómo volver a Malvinas. Me atemorizaba ir en otro crucero, y que me vuelvan a suspender el puerto. Es algo previsto, si por mal tiempo el barco no puede ir a las Islas Malvinas, no va. Y fueron condiciones severas. Estaba en un octavo piso y las olas llegaban a la ventana de mi habitación.
¿Que alternativas tenías?
Había un vuelo que salía de Rio Gallegos, averigüe mucho horarios y demás, pero en Octubre pasado se puso un nuevo vuelo que salía de Córdoba, una vez al mes. Dije, bueno, es mi oportunidad de ir a Malvinas una semana, cumplo el sueño y llevo las placas. A medida que transcurrió el tiempo fui comprando pasajes, viendo el único hotel que desde acá podía contratar usando Booking, y me empecé a preparar: abrigo, las cosas que iba a llevar... armar el sueño. Tuve mucha suerte porque si el coronavirus hubiese explotado una semana antes, se suspendía el vuelo también. Yo fui el 11 se marzo y el problema nuestro surgió el 19 de marzo.
Me fui a Córdoba en camioneta cuatro días antes, y visité a unos compañeros del ejército. Todos me hicieron algún pedido, y uno, Horacio Cabanillas, que es veterano de guerra, me dió tres rosarios para que cuelgue en tres cruces de sus compañeros caídos en combate. Ese anexo de rendir homenaje en nombre de otra persona, dirigido especialmente a tres personas caídas, no me lo esperaba.
¿Cómo fue la experiencia del vuelo?
Me pareció extraño subir al avión, porque éramos solamente cuatro pasajeros que subimos en Córdoba. Como viene de Brasil, en el vuelo habían 18 personas más que iban como destino final a Malvinas. Es decir, en el vuelo eramos 22 pasajeros nada más. Creo que había más tripulantes que pasajeros.
Hay algo que me regaló el momento previo al aterrizaje, que fue poder ver desde arriba la geografía de la isla - que ya había estudiado mucho - y en un mismo momento ver el Puerto Mitre, el Puerto San Carlos y poder identificar el cementerio de Darwin. El cementerio era un punto blanco en el horizonte. Veía todo verde, el mar, las nubes, y un punto en el terreno, blanco. Verlo desde el cielo fue algo maravilloso.
Imagino que la llegada fue muy fuerte...
Yo obviamente con el teléfono en la mano filmando todo el aterrizaje. Cada segundo que pasaba trascurrían un montón de cosas. En el momento que el avión toca tierra, por supuesto tenia una euforia tremenda, una sensación que no se puede explicar.. esperar que abran la puerta para poder salir... fui uno de los primeros en bajar. Cuando salgo, me paro en el primer nivel de la escalera, miro de lado a lado y seguí hasta que toqué pista. Cuando di el primer paso en la pista me sentí como el paso que dio el hombre en la luna. La sensación de estar pisando el suelo de las Islas Malvinas, algo tan soñado, para mí fue tremendo. Después seguí caminando. Una vez que pase un primer puesto de control - que no fue mucho -, pase a otro donde me sellaron el pasaporte.
Tenés el sello de Malvinas..
Es un tema.. son las normas, no me puedo oponer. Y en Córdoba casi que me lo quieren poner. De hecho, no estaban seguros si tenía que salir por el lado de Nacionales o Internacionales. Por suerte no me lo pusieron, pero yo ya estaba preparado para saltarles a la yugular. Yo iba con idea que no salía del país, voy a un territorio de una provincia Argentina que es Tierra del Fuego. Ya me había peleado con el banco, con la aerolinea Latam y un montón de cuestiones, previas al viaje.
¿Quién te recibió en Malvinas?
Allá me estaba esperando un argentino que vive en las islas (está casado con una isleña, sino no podría residir ahí), y me llevó al hotel. él se dedica al turismo, tenía su contacto por medio de un amigo. Del aeropuerto a Puerto Argentino son unos 50km de distancia, pero demoramos una hora y pico, ya que hay restricciones de velocidad y el camino es de ripio. Nos instalamos en el hotel como las 5 de la tarde.
¿Cómo sentiste a la gente?
Espectacular, creo que mejor de lo que esperaba. Si bien estaba seguro que no me iban a faltar el respeto, sentía que cuando llegara no iba a haber una sonrisa, pero la verdad fueron muy cordiales. De todos modos la chica de la recepción era chilena, así que me maneje bárbaro y en español.
Salimos a hacer la primera caminata por Puerto Argentino, que ellos llaman puerto Stanley, y había un tema con eso. Cuando te expresás con alguien, no podes decir Puerto Argentino, te miran mal. Teníamos que tener ese cuidado porque si bien la gente es muy respetuosa, muy cordial en todo sentido, son muy pero muy celosos de ese punto. Si querés que te respeten, tenés que respetar.
Salimos a caminar, habremos caminado unas 30 cuadras, desde la casa del gobernador hasta el muelle. Un frio tremendo, tremendo. Yo he ido a Ushuaia, estuve a 3.000 mil metros de altura en Tucumán, 5.000 mil en Mendoza, en la montaña, y jamás había experimentado el frio tremendo que hace en las Islas Malvinas.
Y en verano..
Sí, claro, en verano. El tema era el viento, helado, tremendamente helado. Caminamos tratando de hacer un paso rápido para calentarnos un poquito y pasamos por el supermercado para ver cómo era.
¿Encontraste algo que te llamó la atención?
Adentro del supermercado es básicamente lo mismo que acá, pero los productos son todos, todos británicos, no existen productos argentinos, salvo dos marcas de vino: Santa Julia y otro que no recuerdo, la verdad no sé de dónde habrán llegado. La mercadería les llega directamente de Londres. Todo lo que agarraba, la leche, azúcar, cosas que manoteaba para ver, era MADE IN UK. La ropa, todo, absolutamente todo era UK.
Comimos un sándwich en el hotel y volvimos a salir a las 10 de la noche. Imaginatea esa hora era doblemente el frio, tremendamente, te apuñalaba. Y la oscuridad que había. Si bien es una ciudad de 3.000 habitantes, prenden pocas luces. Al otro día nos dijo el argentino que a las 6 de la tarde se cena y 7:30, 8 a más tardar, están todos durmiendo. Nosotros estábamos prácticamente haciendo madrugada. Incluso en horas de la siesta no se ve más nadie. Las actividades son a la mañana, desde la primera hora hasta la una de la tarde aproximadamente. La actividad de gobierno, banco, comercio y demás se termina. Siguen abiertos los cafés, bares y los "pool", digamos (porque ellos juegan al dardo).
¿Cuándo fuiste a Darwin?
Al otro día. A primera hora el Argentino me entrega la camioneta que le alquilé y salimos para allá (fue todo un desafío manejar por la izquierda con el volante a la derecha..). El cementerio está a 95 km de Puerto Argentino. El viaje es de 2 a 3 horas, por el ripio y las restricciones de velocidad. Más de 40 millas no se podía andar (alrededor de 60km/h). Como no teníamos ningún apuro, era un viaje tranquilo y para conocer, íbamos tranquilos y parando. Paramos en monte Kent, monte Harrier, monte Dos Hermanas, monte Longdon, Bahia de Fitz Roy, todos lugares donde se combatió. Siempre bajábamos a sacar fotos, pero el frio era tremendo. Te congelaba los huesos. Nos daba para sacar dos fotos y subir rápido a la camioneta. De a ratos llovía, de a ratos lloviznaba, de a ratos paraba. Una lluvia helada, tremendamente helada.
Y acá viene otra cosa que me llamó la atención. La ruta es más o menos transitada, te cruzas con autos, camiones, camiones militares que van o vienen de la base militar... etcetera; cuando los autos se acercaban a donde estaba mi camioneta y yo estaba sacando fotos, todos, todos paraban para preguntarme si estaba todo bien, si había tenido algún problema. Después me di cuenta que, claro, el único auxilio que hay en esa ruta son ellos mismos.
Sigo por la ruta y en una bifurcación hay un cartelito, muy chiquito, donde dice "Cemetery Argentine" y una flecha. Pasamos una tranquera (que tenés que mantener cerrada por los animales) y seguimos al lugar donde está el cementerio. Acá viene otra parte emocional. Estacioné, agarré la cámara, la filmadora, me puse la boina, bajé y empezamos a entrar. El camino de entrada es un camino de piedras partidas. Tendrá un metro de ancho. Cuando caminás es un sonido que parece que vos vas marchando. El ruido de la pisada es como el taco de un desfile militar. El frio que hacía era indescriptible, como te venia contando. Cuando bajamos de la camioneta pensé que íbamos a estar 10 minutos y nos íbamos a ir. Porque el frio nos iba a correr.
Llegué a una tranquerita de ingreso al cementeiro y ahí me paré. Miré a cada lado, a cada rincón y tardé en entrar. No se por qué tardé. La verdad que quizás no me di cuenta el tiempo que tardé en entrar al cementerio, fácil dos minutos contados reloj, sin poder meter la mano para abrir la tranquera. Hasta que me decido a entrar.
Una vez que empiezo a entrar, no sabía qué hacer. Empecé caminar en dirección recta hacia la cruz mayor. Habré hecho unos 5 o 10 pasos y me paro. Mi señora venia atrás. Empiezo a mirar y era como que estaba desorientado, emocionado, me temblaba todo, las piernas, todo. Era una sensación extraña. No tenía más frio. Mi señora me pregunta si estaba bien. Por supuesto que no lo estaba. Me doy vuelta y le digo "no sé qué hacer, estoy acá y no séqué hacer". Mi señora me abraza y me dice "vamos a visitarlos a todos".
Me fui para la izquierda, empecé a caminar y a recorrer cada una de las cruces que había en el cementerio. Una por una. Leí sus nombres, vi las placas, lo que tenían, las flores, los rosarios. Me encontré con muchos nombres conocidos, muchos. Fui de alguna manera tocando cada placa. Tocando las cruces. Arrodillándome para.. qué se yo. Son 230 cruces que hay en el cementerio, y a todas fui recorriendo y fui haciendo el ritual de recordarlos o de tocar su placa. Hay 13 placas que tenían la leyenda "Soldado Argentino, solo conocido por dios". Son los que no fueron identificados.
Al final no fueron 10 minutos. Estuvimos 3 horas 20. Eran las 10 de la mañana aproximadamente cuando pisé la parte de adentro del cementerio. Y eran las 13:20, 13:25 cuando me fui. En mi primer recorrido por el cementerio pude encontrar a dos de los soldados caídos, a los que me habían encargado colocarles un Rosario: Eduardo Vallejos y Eduardo Romero. A medida que iba caminando iba buscando sus nombres. Lamentablemente, fue desilusionante no encontrar el tercero, Néstor Pizzarro. Recorrí todo el cementerio fácil 8 veces con mi señora y no lo encontramos. Así que decidí dejarlo en una de las cruces no identificadas. Fue difícil la decisión.
Al final me dirigí a la cruz mayor a dejar las dos famosas placas, que no pude arrojar al mar el año anterior y no pude dejar en Darwin el año anterior. Esas placas que me acompañaron durante 1 año y dos meses, las pude dejar en la cruz en el cementerio de Darwin.
¿Cómo te sentiste al irte de ahí?
Es raro, yo lo contaba y es raro porque no podes irte, no querés irte. Hacete la idea de dejar abandonado a tu hijo. Te das vuelta a mirarlo, ponele, y decís "no te puedo dejar solo". Yo me iba del cementerio y no me quería ir, me quería quedar un rato más. Y no me daba cuenta que hacia 3 horas y media que estaba ahí adentro.
Nos fuimos, y seguimos la recorrida, más tranquila. Más amena en cuanto a los sentimientos. Fuimos a recorrer el pueblo de Darwin y Groose Green (Pradera del Ganzo). Anduvimos recorriendo los lugares de los combates. En todos lados había placas y memorias de los británicos, cruces.
Desde ahí nos fuimos al cementerio de San Carlos, el cementerio británico. Ahí hay unos 25 soldados británicos que murieron en combate. La sensación es la misma. En el cementerio argentino había flores británicas (la famosa flor británica es la amapola). Y en el cementerio británico había flores celestes y blancas. Y es prácticamente la misma sensación; de respeto, tremendo respeto. Obviamente que el cementerio argentino las sensaciones eran mucho más fuertes. Pero en el cementerio británico miraba los nombres de cada uno, y también de alguna manera hacía una comparación en su sufrimiento, o en lo que habrán pasado esos hombres también, que murieron en combate. No fui a faltarle el respeto a nadie, todo lo contario. Fui a ver, aprender y rendir homenaje a cada uno. Estuvimos un rato ahí, 15 o 20 minutos, es un lugar muy lindo, una pradera preciosa.
¿Sentiste que algo cambió en tu vida?
Yo creo que el "click" de lo que yo pienso de la guerra, lo hice hace tiempo. Siempre recuerdo cuando era chico, estaba eufórico también, porque íbamos a entrar en guerra con Chile, en el año '78. Había un viejo, un tano que estuvo en la Guerra Mundial, al que le decía "vamos, que a los chilenos los vamos a hacer mierda", yo tendría 12 o 13 años. Y el tipo me dice "no te confundas, no sabes lo que es la guerra, las cosas que se sufren, las miserias humanas, el frio, el hambre.." miles de cosas que me había detallado en el momento. Yo seguía con la idea de que vamos a la guerra con Chile. Y me dice, "algún día te vas a dar cuenta lo que estoy diciendo. Y bueno, con el paso del tiempo, hice ese "click". Tardé muchísimo tiempo en darme cuenta que la guerra no es benevolente. Y este mundo desgraciadamente está plagado de guerras.
El día de Darwin fue el más tremendo sentimentalmente. Después ya empezamos a caminar, recorrer, hacer fotos de las praderas, montes, empecé a visitar los memorial ingleses que hay en todas partes. Hice fotos.
¿Tenés muchas fotos?
Si, yo fui con dos ideas: Poner las placas y sacar fotos. Sacar muchas fotos. Y hacer una fusión entre la foto actual y la foto de la guerra. Sin tanques,sin bandera, sin soldados. Es una cosa muy lograda, no me quiero tirar laureles encima, pero a título de poder ver, lo que era antes y lo que es ahora. A eso me dediqué después, recorrí, recorrí, saqué fotos por todos lados; desde la bahía, desde la baranda, desde la calle, desde el supermercado, todos lados. Hice muchas, tengo que empezar a ordenarlas. (ver algunas de estas fotos al final de la nota)
¿Hay algo de lo cotidiano de Malvinas que te haya impactado?
La organización que tienen. Son muy organizados. La limpieza, eso es lo que me asombró. Cuidan todo. Había baños públicos en todo Puerto Argentino, con una limpieza incrible, calefacción, jabón y hasta seca manos eléctricos. También me llamó la atención el respeto. Mientras no faltes el respeto, está todo bien.
¿Eras del todo consiente que estabas allá, o tardaste en "caer"?
No, caí allá. El cementerio fue tremendo. Recorrer cada lugar fue tremendo. Ver el cuadro de la foto que iba a sacar también era tremendo. Era una foto de 1982. Estaba sacando una foto a la historia. Tenía fotos con soldados argentinos, algunos que habían muerto al poco tiempo de la foto y sacar la misma sabiendo eso, en ese mismo lugar, no fue fácil.
Ahora publiqué en mi Facebook lo que hice, las fotos que saqué y muchos familiares de los caídos en la guerra me escribieron dándome las gracias. Y todo eso que me está pasando ahora, no te digo que me vuelve loco, pero sí me está llenando de otras emociones. Pensé que el viaje a las Islas Malvinas terminaba a la llegada, pero parece ser que está empezando ahora..con los recuerdos, con las cosas que hice, con las cosas que estoy publicando y las que voy a publicar. Quiero mostrar todo. Hay que "Malvinizar", como dicen los veteranos de guerra. Que la gente conozca. Que vean. Que sepan que los soldados que fueron eran hombres, hombres valientes. No eran "los chicos de la guerra". Ese es nuestro gran error. No saber lo que fue la guerra. Si vos hablás con verdaderos soldados - que acá tenemos muchos - vas a hablar con la verdad.
¿Cómo fue la partida?
Por el tema del coronavirus prácticamente nos echaron. Yo me tenía el pasaje para volver el día miércoles 18, pero todos los otros que fueron posteriormente y que tenían fecha de regreso más adelante, se tuvieron que volver en mi vuelo. Todas las plazas estaban completas. En el aeropuerto hubo un tremendo control para ver si no te llevas algo, porque son muy estrictos y no podés llevarte nada de la isla. Ni una plantita, ni piedrita, ni un pedacito de tierra. Y mucho menos materiales de guerra que hay en los campos de batalla.
¿Como te gustaría cerrar la nota?
Que te puedo decir.. Viva la patria, realmente. Por ellos, por sus familias, y por esta tragedia del coronavirus que estamos viviendo, que no es menor, y es otro combate que estamos librando los argentinos y el mundo. Por todo eso, si vos me preguntas por una reflexión final, seria VIVA LA PATRIA
¡VIVA!