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Psicología

Jueves 26 de Enero de 2012

La Comunicación Humana - Parte 1

Primera parte de una serie de notas dedicadas al lenguaje, su importancia en las relaciones y en la formación del ser. Por la Lic. Beatriz Coco

Los seres humanos, somos seres lingüísticos, seres que viven en el lenguaje. El lenguaje, es la clave para comprender los fenómenos humanos.

El rasgo básico que distingue a la especie humana de otras, es el lenguaje.

Basada en nuevas contribuciones, la filosofía entera se ha trastornado enormemente durante este siglo. Este proceso ha sido llamado «el giro lingüístico», pues el lenguaje pareciera haber tomado el lugar de privilegio que, por siglos, ocupara la razón. Por cuanto es precisamente a través del lenguaje que conferimos sentido a nuestra existencia y es también desde el lenguaje que nos es posible reconocer la importancia de dominios existenciales no lingüísticos, como el dominio del cuerpo o de las emociones. No hay un lugar fuera del lenguaje, desde el cual podamos observar nuestra existencia. La experiencia humana, lo que para los seres humanos representa la experiencia de existencia, se realiza desde el lenguaje. El lenguaje representa para los seres humanos, en el decir de Nietzsche, una prisión de la cual no pueden escapar; o, en el decir de Heidegger, la morada de su ser. Los seres humanos habitan en el lenguaje.
La concepción tradicional del lenguaje es muy cuestionada : en los avances registrados durante las últimas décadas en el campo de la filosofía del lenguaje, el hallazgo principal reconoce que el lenguaje no sólo nos permite hablar «sobre» las cosas; el lenguaje hace que sucedan cosas. Ya no se reduce el lenguaje a un papel pasivo o descriptivo, sino que el lenguaje es generativo. El lenguaje, por lo tanto, no sólo nos permite describir la realidad, el lenguaje crea realidades. La realidad no siempre precede al lenguaje, éste también precede a la realidad. El lenguaje, postulamos, genera Ser.
Y al ser generativo, estamos diciendo que el lenguaje es acción. Porque digo esto? Porque a través del lenguaje, no sólo hablamos de las cosas, sino que alteramos el curso espontáneo de los acontecimientos: cómo? hacemos que las cosas ocurran. Por ejemplo, al proponerle algo a alguien o al decirle «sí», «no» o «basta» a alguien, intervenimos en el curso de los acontecimientos. Al sostener que el lenguaje es acción, estamos señalando que el lenguaje crea realidades. Vemos esto de muchas maneras., por ej. : Al decir lo que decimos, al decirlo de un modo y no de otro, o no diciendo cosa alguna, abrimos o cerramos posibilidades para nosotros mismos y, muchas veces, para otros. Cuando hablamos, modelamos el futuro, el nuestro y el de los demás. A partir de lo que dijimos o se nos dijo, a partir de lo que callamos, a partir de lo que escuchamos o no escuchamos de otros, nuestra realidad futura se moldea en un sentido o en otro.
Pero además de intervenir en la creación del futuro, los seres humanos modelamos nuestra identidad y el mundo en que vivimos, a través del lenguaje. La forma como operamos en el lenguaje es el factor quizás más importante para definir la forma como seremos vistos por lo demás y por nosotros mismos. La identidad personal, la nuestra y la de los demás, es un fenómeno estrictamente lingüístico, una construcción lingüística.
Estamos sujetos a condicionamientos biológicos y naturales, históricos y sociales, pero no debemos olvidar que nacemos dotados de la posibilidad de participar activamente en el diseño de nuestra propia forma de ser.
El ser humano no es una forma de ser determinada, fija y permanente. Siempre esta por ser en un espacio de posibilidad hacia su propia creación. Y aquello que lo posibilita es precisamente la capacidad generativa del lenguaje.
“Desde nuestra tradición se asume normalmente que cada individuo nace dotado de una particular forma de ser; que cada uno, en consecuencia, posee una manera de ser permanente, fija o inmutable. Que está provista por nuestros genes. La vida, desde esta perspectiva, es un espacio en el cual esta forma de ser, de la que presumiblemente estaríamos dotados desde el nacimiento, se revela y despliega. La vida, por lo tanto, nos permite descubrir cómo somos realmente Como si todo estuviera previsto desde un desarrollo evolutivo simple y potencial.” Como una semilla que germina.
A partir de las bases de condicionamiento mencionadas, los individuos tienen la capacidad de crearse a sí mismos a través del lenguaje. Nadie es de una forma de ser determinada, dada e inmutable, que no permita infinitas modificaciones. Es una interpretación que nos permite conferirnos sentido como seres humanos de una manera poderosa. Sobre todo, esta interpretación nos permite ganar dominio sobre nuestras propias vidas, al jugar un papel activo en el diseño del tipo de ser en el que quisiéramos convertirnos. Esta es la promesa que nos formula la ontología del lenguaje para el futuro.
Los seres humanos, reiteramos, no tienen un Ser dado, fijo, inmutable. Ser humano es estar en un proceso permanente de devenir, de inventarnos y reinventarnos dentro de una deriva histórica. No existe algo así como una naturaleza humana predeterminada. No sabemos lo que somos capaces de ser, no sabemos en lo que podemos transformarnos.
Como escribiera Shakespeare: «Sabemos lo que somos, pero no sabemos lo que podríamos ser.» Nuestro ser es indeterminado, es un espacio abierto apuntando hacia el futuro. Como nos dice Nietzsche, en el ser humano la creatura y el creador se unen.
Pensamos que nunca podemos decir cómo las cosas realmente son: sólo podemos decir cómo «nosotros» las interpretamos o consideramos.
Por lo tanto, en vez de plantear cómo son las cosas, escogimos hablar de cómo interpretamos que son.

No sabemos cómo las cosas son. Sólo sabemos cómo las observamos o cómo las interpretamos.

Vivimos en mundos interpretativos. No podemos acceder a la verdad
Pues, ¿qué otra cosa es la verdad sino precisamente la pretensión de que las cosas son como decimos? Sostenemos que la verdad, en nuestro lenguaje ordinario, alude a un juicio que realizamos sobre una determinada cosa. Los sentidos, por lo tanto, no nos proporcionan una fiel representación de cómo las cosas son, independientemente del observador que las percibe. El lenguaje, sostenemos, no es inocente. Toda proposición, toda interpretación, abre y cierra determinadas posibilidades en la vida, habilita o inhibe determinados cursos de acción. A esto nos referimos cuando hablamos del poder de distintas interpretaciones: a su capacidad de abrir o cerrar posibilidades de acción en la vida de los seres humanos. Este es el criterio más importante que podemos utilizar para optar por una. Además, el lenguaje nace de la interacción social entre los seres humanos. En consecuencia, el lenguaje es un fenómeno social, no biológico.
Otra interpretación: La forma en que damos un sentido a nuestras vidas, es obviamente lingüística. Basta preguntarle a alguien «¿quién eres?», para reconocer que lo que obtenemos de vuelta es un relato, una historia en la que «relatamos» quiénes somos. Nuestra identidad está directamente asociada a nuestra capacidad de generar sentido a través de nuestros relatos. ¿Cómo interpretamos lo que nos pasa? Le damos una explicación, la justificamos, le atribuimos una causa, y generamos reglas acerca del por qué. A veces esas interpretaciones quedan fijadas a un patrón cognitivo fijo y poco flexible
Los hechos son verdades que no pueden ser cambiadas, pero si podemos cambiar la mirada, la manera en que los interpretamos. Pero cambiar actitudes no es un proceso sencillo. Tampoco rápido. Pasa, primeramente, por cambiar nuestra manera de pensar, pensar lo que somos. Hacer una reflexión sobre nuestra forma de ver el mundo, a nosotros mismos y a los que nos rodean, porque en definitiva somos lo que pensamos. Nuestra energía sigue nuestros pensamientos y si persisten crean estados de conciencia y si persisten crean realidades físicas. Lo que tú te dices dentro de ti (lo que pensamos), termina materializándose en nuestra realidad. Es lo que se manifiesta en el mundo, termina pasando.
Al modificar el relato de quiénes somos, al contarnos la historia de otra manera modificamos nuestra identidad.
“Cambia tus conclusiones, o tus creencias, acerca de los sucesos de tu pasado,” explica Evans, “y puedes cambiar la manera en que vives tu vida hoy.

Continuara…

Lic.Beatriz Coco