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Desde el 2009, apostando al desarrollo local
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Psicología
Jueves 28 de Mayo de 2015
El secreto está en descubrir y comprender los mensajes que encierran los desórdenes físicos para poder conocernos y vivir mejor
Por la Lic. Beatriz Coco
Aunque no entendamos muy bien por qué, sabemos que nuestros estados de ánimo negativos pueden favorecer todo tipo de enfermedades; intuimos que la hipertensión, disfunciones cardíacas o trastornos nerviosos de diferentes tipos, están relacionados con algún dolor o disgusto. También las actitudes conflictivas, los temores y los sentimientos reprimidos pueden influir directamente en el organismo y su funcionamiento; Sin embargo, está comprobado que gracias a las distintas dolencias es que podemos contribuir no sólo a transformar nuestra salud física, sino también a facilitar la curación a un nivel más profundo.
"El secreto está en descubrir y comprender los mensajes que encierran los desórdenes físicos para poder conocernos y vivir mejor".
Para entender esta conexión psicosomática, antes tenemos que reconocer que la mente y el cuerpo son un todo y actúan en equipo, y que aquello que sucede en la mente (pensamientos y sentimientos) será reflejado en el organismo luego reconocer su efecto es sencillo: Sabemos que un sentimiento de ansiedad o nerviosismo puede dar lugar a un malestar estomacal, estreñimiento o dolor de cabeza. Sabemos que el estrés puede ocasionar acidés, úlceras o incluso, un ataque al corazón o un ACV; y así como la depresión y las preocupaciones influyen hasta el punto de sentir pesadez, desgano, pérdida o exceso de apetito y dolores de espalda y cuello,... una persona que ve lo bueno de las cosas y siente felicidad aumenta su energía y vitalidad.
Cada dolor, enfermedad o problema se genera en emociones y sentimientos reprimidos. Tenemos que poder percibir y hablar de ellos, es decir distinguirlos, entender lo que sentimos, comprender y analizar lo que nos sucede. En una palabra: ponerse de acuerdo con uno mismo y controlar las propias emociones sin someternos a ellas, esta sería la clave para vivir mejor y de manera más saludable. Es un lenguaje complejo que pone en evidencia nuestro conflicto interno a la vez que lo mantiene oculto. La enfermedad es el camino que nos lleva hacia la curación.
Nuestro cuerpo también es como un delicado instrumento musical que puede desafinarse, cualquier perturbación en él lo puede afectar.
Como vimos, muchísimas veces la enfermedad es el resultado de nuestra forma de pensar y de sentir, y sobre todo de nuestra actitud frente a los sucesos y circunstancias de nuestra vida que modifican nuestra energía. Porque muchas veces no es lo que nos pasa en la vida, sino cómo nosotros reaccionamos frente a los acontecimientos.
Nuestra forma de ver la vida, influye en lo que miramos y es lo que determina cómo nos va.
El síntoma o la enfermedad son manifestaciones físicos visibles de nuestro proceso emocional y psicológico invisible. Lo que se ve a simple vista es una pequeñísima parte del todo, que permanece oculto en nuestro subconsciente. El síntoma no es un monstruo al que debamos eliminar, sino una lucecita roja que se ha encendido, para avisarnos que algo en nuestro interior no anda del todo bien. De la misma forma que tampoco hay que eliminar la fiebre, sólo controlarla, que no sobrepase los 40º. Porque la fiebre en realidad nos cura, hace que el metabolismo de todo nuestro cuerpo se intensifique de tal forma que quema todas las toxinas, virus, bacterias o todo tipo de desechos metabólicos que ensucian nuestro medio interno. La fiebre en realidad, no sólo está acelerando el proceso de curación, sino que nos está sanando.
El que busca verdaderamente una solución a su enfermedad tiene que prestar atención a esta señal de alarma y percibir lo que está sucediendo en su interior para poder sanar. Sobre todo si padece una enfermedad incurable, porque enfermedad incurable en realidad quiere decir curable desde el interior, desde nuestra conciencia. En otras palabras es un mensaje del alma, un aviso del universo, es hora de hacer un cambio en nuestra vida. Muchas veces es cuestión de poner en reflexión algunas viejas creencias, dando lugar a nuevas formas de pensar, de sentir y de ver la realidad. Ya que nuestra forma de ver la realidad, nos determina.
Para curarnos, lo que hay que hacer es investigar en nuestro interior más profundo y buscar la causa, hay que apartar la mirada del síntoma o de la enfermedad y buscar más allá. Ir al origen,ir a la raíz del problema. La enfermedad sólo tiene un fin, ayudarnos a reparar nuestras faltas, errores o carencias. Por eso se dice que constituye en sí misma el camino hacia la curación. De hecho saca al exterior lo que estaba escondido y oculto, nos mejora como personas y nos aporta una serie de valores que quizás antes no teníamos.
Si hacemos un examen de conciencia, finalmente descubriremos la parte positiva de todo este proceso de sanación interior, volviéndonos más coherentes y sinceros con nosotros mismos. Estamos muy enfocados en el afuera, y siempre es más fácil ver los errores de los demás, pero ¡qué difícil es ver los nuestros! Muchas veces las personas con las que interactuamos, son espejos de nosotros mismos. Aunque nosotros nos veamos muy diferentes a ellas, en el fondo no lo somos. La auto observación es una tarea bien difícil, que necesitamos aprender; suele ser dolorosa porque no siempre coincide con la imagen que tenemos de nosotros mismos ni con lo que pensamos que somos. A todos nos resulta difícil asumir responsabilidad total en nuestra vida. Y siempre tendemos a evadirnos de esa responsabilidad y buscar la culpa en el exterior.
El síntoma y la enfermedad ponen en evidencia cuestiones reprimidas y mantenidas ocultas.
Para aprender a comprender lo que la enfermedad viene a decir debemos descubrir cuáles son esas emociones reprimidas. La mayoría de las veces suelen ser rabia, crítica, auto-exigencia, resentimiento, culpa, problemas afectivos, agresividad sin canalizar, problemas sexuales y todo tipo de pensamientos y emociones negativas.
Nosotros somos responsables en un porcentaje muy alto tanto de nuestra salud como de nuestra enfermedad. Pero esto no se tiene que percibir de forma negativa, sino todo lo contrario, siempre digo que la mente es tremendamente poderosa, nos puede hundir y enfermar pero al mismo tiempo nos puede salvar y curar, cuando aprendemos a descifrar y soltar nuestros conflictos. Dentro nuestro, en nuestro interior más profundo, existe un lugar desde el cual todas las cosas son posibles. Los terapeutas estamos para ayudar a explorar, reflexionar y acompañar en el proceso, pero realmente esto sucede cuando el paciente decide curarse. Cuando decide ir hacia su interior y examinar sus desacuerdos. Es responsabilidad de cada uno de nosotros, el buscar, indagar, cuestionar, perseverar hasta poder encontrar el mensaje, la enseñanza valiosa que se oculta en cada situación, síntoma y enfermedad. Ese es nuestro desafío.
Para sanar es esencial, la auto-observación para conocer más acerca de nosotros mismos, acerca de cómo nos involucramos en la creación de nuestra vida y cómo nos relacionamos con los demás. Necesitamos distinguir qué trato nos brindamos y cuidar bien nuestro pensar y sentir. Hay que tener una actitud mental positiva ante nosotros mismos, hacia los demás y hacia la vida en general. Aprender a agradecer y a perdonar, sintiéndonos conectados espiritualmente, con bondad amorosa. Si realmente queremos una vida dichosa, deberemos estar acompañados por pensamientos que generen emociones positivas y aprender a observar a las personas y a los hechos sin juicios de aprobación ni de condena.
"Una persona que ve lo bueno de las cosas tiene buenos pensamientos"
Lic. Beatriz Coco
Psicóloga / Coach Ontológico Profesional
encuentrospositivos@hotmail.com
http://beatrizcoco.generalpachecoweb.com.ar